Por un aliento yo espero, el origen de la cibernética

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«Por un aliento yo espero» («For a Breath I Tarry») es una novela corta escrita en 1966 por Roger Zelazny. Me la recomendaron durante los Utopiales 2022 en una charla sobre los límites de la inteligencia artificial. La leí en su traducción francesa de la editorial «Dyschroniques».

Por un aliento yo espero, Le temps d'un souffle je m'attarde

Sinopsis: escritor y publicación

En 1966, Roger Zelazny imaginó un robot con una poderosa inteligencia artificial que soñaba con ser humano.

Roger Zelazny es uno de los escritores pioneros de la ciencia ficción «new wave». Ganó su primer Hugo con la novela: «Tú, el inmortal», en 1964. En toda su carrera ha recibido unos quince premios literarios, entre ellos, seis Hugo y tres Nebula. En 1977, el realizador Jack Smight adaptó al cine su novela post apocalíptica: Damnation Alley (El callejón de la Muerte).

La novela corta, Por un aliento yo espero, fue publicada por primera vez en 1966 en el magazine New Worlds, bajo la dirección de Michael Moorcok. El título tan particular que tiene habría surgido de un poema de Alfred Edward Housman que databa de 1896. La novela es inscrita en la lista de candidatas al premio Nebula en 1967 y es finalista del premio Hugo. Se ha reeditado en inglés por lo menos unas treinta y cinco veces. Ignoro si alguna editorial la ha traducido al castellano. En la versión francesa se incluye un resumen sobre el contexto histórico y científico alrededor de esta novela corta que voy a intentar resumir por lo interesante que es.

La trama de «Por un aliento yo espero» de Roger Zelazny

Si me recomendaron esta novela es por la trama tan interesante de una inteligencia artificial que quiere convertirse en humano. Atención, no leas el resto de este párrafo si no quieres spoilers. La historia transcurre en un futuro donde el mundo está dirigido por inteligencias artificiales tras la extinción de los humanos. Una de ellas se reta con otra para convertirse en un hombre. Primero se informa, lee y visualiza vídeos para comprendrer lo que es un humano. Luego se construye un sistema sensorial equivalente al del hombre e intenta explorar todo lo que los humanos debieron percibir. Busca cómo identificar y representar artísticamente la belleza tal y como lo hacían los humanos.

Sin hacer más spoiler de la trama, esta novela consigue adentrarnos en el debate entre científicos y pensadores sobre las futuras capacidades de la inteligencia artificial. ¿Podrán reemplazar completamente a los humanos? Hablemos de ese contexto histórico que data de antes de los años 60, antes de ser escrita.

Contexto histórico de Por un aliento yo espero

Orígen de la cibernética

En 1943 se publicó un articulo científico de Norbert Wiener, Arturo Rosenblueth y Julian Bigelow («Behavior, Purpose and Teleology») en el que los autores suponían que los ingenieros del futuro podrían construir robots con el comportamiento y una estructura análoga a la de un mamífero. A raíz de este artículo surgieron en 1946 las conferencias Macy, unas reuniones entre científicos e ingenieros que pretendían trabajar en una ciencia general sobre el funcionamiento del espíritu.

El concepto de mecanismos artificiales para modelizar e imitar las funciones cognitivas humanas es lo que daría origen a la cibernética, nombre que le dió el matemático Norbert Wiener en 1947. Ese vasto campo científico que mezcla matemáticas, antropología, linguística, neurofisiología y psiquiatría contribuiría a dar forma a la robótica, la programación informática y a las ciencias cognitivas.

La inteligencia artificial

En 1955, dos años después de la última de esas conferencias Macy, John McCarthy lanzó junto con Claude Shanon, Marvin Minsky y Nathaniel Rochester una serie de talleres sobre inteligencia artificial. El objectivo era encontrar cómo las máquinas podrían recurrir al lenguaje, formar abstracciones y conceptos, y resolver problemas que hasta entonces solo podían ser resueltos por humanos. En el verano de 1965 se organizaron talleres en el Dartmouth College en New Hampshire, y dieron realmente inicio a la investigación sobre inteligencia artificial.

En 1958, Simon y Newell predijeron que en diez años un ordenador sería el campeón del mundo de ajedrez, y que un computador descubriría y resolvería un nuevo teorema matemático mayor. La primera victoria de una inteligencia artificial frente a los mejores jugadores de ajedrez ocurrió más tarde, en 1989, pero ya hubo grandes avances en los años 60: el primer programa con un lenguaje natural (inglés) se creó en 1964, y en Japón hubo un primer robot androide inteligente en 1967. Por lo que a mediados de los 60 la inteligencia artificial parecía no tener límites. Herbert Simon dijo en 1965 que en veinte años las máquinas podrían realizar cualquier trabajo realizado por el hombre.

En 1950, otros actores importantes de las conferencias Macy, Warren McCulloch y Walter Pitts, dieron origen a la biomimésis o biomimética con la concepción de redes neuronales artificiales que eran capaces de aprender solas. En 1957 el laboratorio de aeronaútica de la universidad Cornell inventó una neurona artificial: Perceptrón. Este algoritmo tiene la reputación de ser el primer sistema artificial capaz de aprender a través de experiencias.

Cómo distinguir IA y humanos

Durante toda esta fase de investigación surgieron preguntas sobre si las máquinas serían capaces de pensar. El primero y más célebre pionero informático que se cuestionó sobre ello fue Alan Turing en su artículo de 1950 titulado: «Computing Machinery and Intelligence». El juego de identificación que utilizó consiste en someter a una máquina y a un humano a una serie de preguntas. Si al final la persona que hace las preguntas no sabe distinguir quien es el humano y quien es la máquina, entonces podemos concluir que la máquina «piensa», que es capaz de «imitar» el pensamiento humano. Este test de Turing tuvo sus controversias desde el principio. El neurólogo Geoffrey Jefferson en su discurso «The Mind of the Mechanical Man» afirmaba que no se podrían considerar equivalentes un cerebro humano y una máquina hasta que las máquinas no fueran capaces de escribir un soneto o componer un concierto.

A mediados de los años sesenta esa controversia sobre inteligencia artificial continúa. Por un lado algunos científicos e ingenieros consideraban que el sistema cognitivo se basaba en la facultad de manipular símbolos físicos. Y por otra parte, el filósofo Hubert Dreyfus consideraba que el pensamiento y psicología humana dependían de la situación, del contexto en el que se encuentran, lo que llevaría a decir que las máquinas necesitaban de un cuerpo y de interacciones sociales para su aculturación.

En 1965 el matemático Irving John Good publicó un artículo: «Speculations Concerning the First Ultra-Intelligent Machine» donde consideraba que las máquinas podrían aprender como lo hacen los niños, y crear a su vez otras inteligencias artificiales aún más inteligentes. Para él, esa máquina sera la última invención del hombre. Stanley Kubrick le contactará en 1968 para desarrollar el personaje de HAL 9000, la inteligencia artificial de la nave espacial de 2001, odisea en el espacio.

Conclusión Por un aliento yo espero

Estamos viviendo una época en la que los artistas ven amenazados sus puestos de trabajo por obras (pinturas o música) compuestas por una inteligencia artificial. Y vemos cada día más trabajadores que son reemplazados por ordenadores, robots o bots e inteligencias artificales. Roger Zelazny supo mostrarnos esa interrogación sobre la condición de ser humano desde un punto de vista original, no el del trabajador que pierde su trabajo, sino desde el de una inteligencia artificial curiosa de recuperar la humanidad. Una historia que pudo inspirar 2001, odisea en el espacio de Arthur C. Clark, o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, e incluso Sueños de robot de Asimov.

Si quieres saber más sobre la controversia entre investigadores y pensadores, no dudes en consultar este blog de Santiago Sánchez-Migallón.


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La foto de la portada es de Kertt encontrada en Pixabay. La foto de Wall-e es de Jason Leung y la del robot músico es de possessed photography, ambas encontradas en Unsplash.

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